Tres se alzaron para gobernar arriba, uno quedó abajo.
El origen no es un lugar en un mapa, sino un tenue brillo que perdura en nuestro interior.
Se encuentra en algún lugar entre el orgullo y la culpa, moldeando cada paso, incluso cuando fingimos no sentir su peso.
El poder nunca fue concebido para consolar.
Tenta con la ilusión de un propósito, luego vacía el corazón que corona.
Quienes lo buscan anhelan ser vistos, pero ciega más de lo que ilumina.
El amor, cuando aparece, se siente como una luz fugaz en aguas lejanas: hermoso, inalcanzable, desaparecido antes de que la mano pueda tocarlo.
Solo en la caza vislumbré afecto. Nunca fue la presa lo que me sostuvo, sino la quietud, la fugaz cercanía compartida con otra alma.
Eran nombres sin rostros, ecos sin calor.
Un linaje susurrado más que vivido, sus historias me llegaban solo a través del silencio.
En el espacio donde el afecto debería haber hablado, escuché el lenguaje de la distancia.
Así aprendí a crecer en silencio.
Sin elogios, sin testimonios, solo el silencioso trabajo de la resistencia.
Cada cicatriz se convirtió en una marca de verdad, cada pérdida, en un fragmento de determinación.
Desde la ausencia forjé mi voluntad, y desde las sombras, mi fuerza.
Hubo un tiempo en que creí que el dolor podía transformarse en significado.
Que lo roto aún podía servir para algún bien oculto.
Ahora veo con qué facilidad la tristeza se disfraza de propósito.
Mis decisiones no fueron sabias, sino humanas.
Y en algún lugar, en lo profundo del silencio que sigue, persiste un vago recuerdo.
La mirada de un niño, ni acusadora ni amable,
solo esperando ser vista.
- Los Tomos Olvidados
Próximamente: a Mystical Shimmer.
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