Entre líneas

El conocimiento es aprender algo cada día. La sabiduría es dejar ir algo cada día.

- Maestro Desconocido

Puede que no me guste, pero ya no me afecta. Quienes se burlan de mí simplemente no comprenden la verdad.

Es una frase que Phillip suele murmurar para sí mismo como un mantra silencioso, generalmente cuando siente que otros susurran a sus espaldas. Es una figura extraña, después de todo. Un ratón de biblioteca. Una enciclopedia andante.

Y luego está la costumbre de hablar consigo mismo.

Hoy no es diferente. Se sienta entre sus amigos, sus libros, rodeado del único misterio que aún no ha desentrañado: la gente.


Si tan solo uno de ustedes estuviera listo, verdaderamente listo, para la iniciación. Esto va mucho más allá de un puñado de palabras o un montón de páginas encuadernadas. Estos libros albergan reinos que ni se atreverían a imaginar.

Y abismos lo suficientemente profundos como para devorar al incauto.

Se rasca detrás de la oreja, sin que nadie lo note. La gente a su alrededor permanece absorta en los mismos objetos de cuyas vidas ocultas habla.

Su mirada se desliza entre pensamientos preciosos, fragmentos de brillantez dispersos en una página. Con un simple chasquido de dedos, podría desecharlos, dejarlos atrás.

Pero los pensamientos de los que hablo… las palabras que llevo… son algo completamente distinto.

Respiran. Brillan con magia. No son solo tinta y pergamino. Son un puente que se arquea entre el espíritu y la materia.

  

Y donde hay poder, siempre hay sombra.

De esa sombra nacen los monstruos. Moldeados por el miedo, el orgullo y el ansia de control. Criaturas con una fuerza inmensa, listas para incendiar nuestro mundo.

Este ciclo, este mecanismo, es antiguo. Tan antiguo como la existencia misma.

Y aun así, fingimos sorprendernos cuando comienza de nuevo.

Porque simplemente no queremos verlo...

  

Debemos actuar antes de que nuestras ciudades se conviertan en cenizas.

Antes de que el fuego se propague sin control.

Antes de que los monstruos que permitimos crecer consuman todo lo que apreciamos.

Aún hay tiempo. Pero no mucho.



Cada día, me pregunto de nuevo:

¿Existes?

¿Hay alguien ahí fuera que pueda atravesar la oscuridad? ¿Quién pueda traer siquiera un destello de luz a esta noche eterna?

Así que, si el destino te trae a mí, mi querido amigo, hablemos primero de libros.

Como siempre, sus palabras se pierden en el vacío, desapercibidas, inaudibles. Como páginas amarilleando en el silencio del tiempo.

¿O quizás... no?


Próximamente: ¡Se trata de la conciencia de batalla!

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