Galthen and the City of Gold, Part II
Bewarthose beyond our realm's hold,
From misty shrouds, their tales unfold.
They pilfer, snatch, in shadows they tread,
Wanderers, silent, their secrets widespread.
Fear those who won't speak their intention,
No explanation, a cryptic convention.
They breed agony, death in their mission,
Devoid of compassion, a grim disposition.
Ahau's Chamberlain
Un sutil escalofrío siempre me recorre cuando leo detenidamente poemas antiguos de esta naturaleza. Éste está simplemente tallado en un viejo árbol que se encuentra frente a la taberna. Están llenos de leyendas, sin duda, pero tal vez haya un núcleo de verdad escondido en uno o dos de esos escalofriantes cuentos. Estoy íntimamente familiarizado con este sentimiento. Disfruto la búsqueda de este tipo de pistas; no es sólo un pasatiempo, es mi profesión. Si bien algunos pueden llamarme aventurero, me veo como una persona profundamente curiosa que recorre el mundo con una curiosidad insaciable y una sed insaciable de conocimiento.
Esta narrativa en particular ha capturado mi imaginación de una manera distintiva. Para mí, no se trata de desenterrar un tesoro enterrado ni de obtener la olla de oro al final del arcoíris. No, mi fascinación reside en el propio arcoíris, en la historia que cuenta. Estoy preparado para descubrir la verdad y parece que no estoy solo en este esfuerzo. Este lugar está lleno de bandoleros y figuras sombrías. Se reúnen en la taberna y se fortalecen antes de aventurarse más hacia lo desconocido. Se deleitan mutuamente con historias de las cicatrices y heridas que han sufrido a lo largo de los años, comparando la letalidad de sus armas y la durabilidad de sus armaduras.
Muchos de ellos hablan de los Iks, de símbolos antiguos, de un peligro sobrenatural y de pistas que se dice que conducen a un individuo fallecido que puede proporcionar orientación. La idea misma es nada menos que fascinante, ¿no es así? Un peligro sobrenatural, una persona fallecida: es una maravilla. Tengo afinidad por estos mitos populares supersticiosos de las sociedades primitivas. Cuando hay relámpagos, se atribuye a un dios enojado; cuando llueve, la culpa recae sobre una bruja malvada que acecha en el bosque. Y mis compañeros de aventuras están profundamente absortos en esto y tratan estos asuntos con absoluta seriedad. Me resulta imposible no sonreír ante la solemnidad de esta sociedad, su divertida aprensión cuando se enfrentan a cuentos y leyendas antiguas. Es casi como si estuvieran asustados, como niños pequeños que evocan fantasmas imaginarios en sus mentes. Y aquí estoy, de camino a consultar a un alma de un difunto para obtener información sobre una amenaza interdimensional. ¿No es eso absolutamente cautivador? ¿No es muy gracioso?
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