La vida de Sancho (III): Una misión demoníaca.

 - ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE! 


Fueron las últimas palabras que recuerdo haber pronunciado justo antes de que un destello de hielo iluminase la cueva oscura donde me encontraba... a punto de la muerte, un héroe apareció para salvarme. 

· · ·

Como todos los días desperté temprano, tomé mi equipo, compré pociones y me dispuse a visitar al viejo Grizzly. Varios meses han pasado desde que comencé con estas misiones de acabar con varias criaturas para convertirme en un miembro honorario de la Paw & Fur Society. Me prometió que esta vez las criaturas serían mucho más peligrosas de las que estaba acostumbrado a cazar y yo, por supuesto, no me iba a dejar intimidar así que allí estaba a primera hora, ancioso por la nueva misión que me iba a asignar. 


- Asi que has llegado temprano, como de costumbre, joven Sancho. Admiro tu coraje, no pensé que vendrías a pesar de todas las historias que has escuchado. 


- ¡Jah! Tú bien sabes, querido amigo Grizzly que la cobardía no es parte de mí. ¿Podrías dejar de tratar de intimidarme y finalmente asignarme esa misión de la que tanto presumes?  


- ¡Ese es el espíritu muchacho! Ese tipo de actitud es justo la que nos gusta en nuestra sociedad. 


Grizzly Adams es un viejo muy amable y en ocasiones un tanto quisquilloso que siempre  está dispuesto a compartir una cerveza con los más jóvenes e historias de sus aventuras. Pero francamente debe estar loco para querer que acabe con seis mil seiscientos sesenta y seis demonios. ¿En qué cabeza cabe matar tantos demonios? Entiendo que soy un cazador de elite y que debo demostrar de que estoy hecho, pero, ¿tantos? Pasarán meses hasta que pueda matarlos a todos. Debí mejor unirme al gremio de los Jesters en Thais.. 

· · ·

Sancho sabía que sus quejidos no servirían de nada y que debía ponerse en marcha cuanto antes si quería acabar con esa misión lo más pronto posible. Buscó toda la información que pudo en la biblioteca sobre los demonios, como derrotarlos y donde encontrarlos. En medio de tantos libros y documentos antiguos consiguió varios mapas y métodos efectivos para su caza y aunque no tenía miedo, era una criatura a la que jamás se había enfrentado. Un par de días pasaron para que Sancho estuviese preparado para su misión así que tomó sus cosas y salió hacia Edron ya que en los libros decían que al norte de la ciudad hay unas cuevas llenas de demonios en sus profundidades. Luego de pasar un largo rato bajando y de derrotar criaturas por el camino, Sancho se topó con un monstruo que jamás había visto en su vida. Una horrible criatura salida desde el mismísimo infierno, con su piel roja como la lava y sus ojos amarillos como el fuego. Tan enorme que parecía golpear el techo de la cueva. Sus cuernos, garras y colmillos estaban tan afilados que seguro le atravesarían la armadura al mínimo ataque. Sin embargo, semejante monstruosidad no fue suficiente para acobardar a Sancho y se abalanzó sobre la criatura con su escudo en alto y espada desenvainada. 




Fue una pelea bastante complicada, la sangre, tanto suya como la del demonio, corría por su armadura y el piso. También tenía quemaduras por todo el cuerpo producto de los ataques de fuego del demonio, a Sancho esto no le importó mucho puesto que con unas cuantas pociones y un par de hechizos ya estaba curado del todo. 


A pesar de lo difícil que fue el primer combate, Sancho estaba ancioso por seguir acabando con ellos así que se apresuró a bajar las escaleras. Se encontró con un corredor de baldosas negras rodeadas de una intensa lava, dónde el olor a azufre era perenne y el calor insoportable. Aun así, se adentro más y más en las penumbras de la sala hasta toparse de frente con tres demonios. Antes de siquiera poder reaccionar, paralizado por el pánico, lo rodearon y acorralaron hacia un rincón. Sancho se defendía como podía, tomaba pociones, colocaba amuletos y anillos y usaba hechizos para curarse y atacar a la vez. Lamentablemente, estos no eran lo suficientemente fuertes contra todos esos demonios. 


- ¡Malditos demonios! Si sigo así no podré salir de aquí. Necesito un milagro para escapar. No quiero morir en un lugar como este. 


Las pociones, amuletos y anillos se estaban agotando y los demonios no daban tregua, aún les quedaba mucha vida y el mana ya se lo habían drenado por completo. Así estuvieron varios minutos hasta que Sancho comenzó a gritar suplicando por ayuda aunque sabía que era imposible que alguien lo escuchara. Cuando ya no le quedaban más de diez pociones de vida gritó lo más fuerte que pudo: 


- ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE POR FAVOR! 


Sancho recordó aquella vez que se enfrentó a varias Hydras y Medusas en las profundidades de Port Hope. En aquella ocasión estuvo rodeado por completo y pensando que moriría, logro escapar gracias a varias maniobras. Está vez era muy diferente, el miedo de morir y perder sus objetos recorrió su cuerpo, suplicaba por un milagro que no llegaría. Recordaba lo bien que se sentía en sus inicios cazando cocodrilos, seguro que de ellos podía escapar facilmente. Agotado de tanto sufrimiento, ya no pudo más, cerró los ojos y esperó que la muerte le llegase. En su lugar, sintió como una corriente de frío invadió el lugar y un destello de hielo apareció en medio de la oscuridad. 


- ¡Exevo Gran Frigo Hur! ¡Exevo Gran Mas Frigo! 


Sancho abrió los ojos de golpe, los tres demonios yacían en el piso, todos muertos gracias a un par de hechizos. Y frente a él, su salvador.


Continuará.

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